Antesque nada, me
gustaría pedirles que imaginen que estamos en una pizzería, quevinimos después del club, y que ya le
entramos a unas de Muzza y a algunaFugazzetta, todo regado por alguna birra, o gaseosa si prefieren,
ya estamos enla sobremesa, el gallego está trayendo el café, y empiezo a contarles
estahistoria:
Todoempezó allá por septiembre u octubre de 2011, llegué al club, y antes de que
meprepare, Osvaldo Guadalupe que me ataja, y a boca de jarro me lo larga:
_ enpoco tiempo se
juega el metropolitano maxi 50 por equipos
_ québien
Lecontesto
_Podríamoshacer un
equipo para participar
_y si,armenló
_vos yyo
Me dice
_peroOsvaldo yo
nunca jugué en FETEMBA
_quétiene que ver?
_queme parece que no estoy para jugar en ese
nivel
_pero somos los únicos 2 mayores de 50 del club, si vos no jugás yo tampoco
puedo
Y esas fueron las palabras que me convencieron, si uno no puede hacerle la gamba a un
amigo, entonces ¿para qué tiene amigos?
A pesar de que
nunca estuve del todo convencido, empezamos a entrenar para el maxi 50.
Y llegó el día del
debut, y allá fuimos con Osvaldo. La primera cita era enRiver, Osvaldo ya me había dado el dato de
quienes eran nuestros rivales:Sociedad Alemana, River, 25 de Mayo y Compañía de María, ¿para qué me
lo habrá dicho? Más que nunca me sentía sapo de otro pozo.
Unasensación de
incomodidad me recorría el cuerpo, tenía la certeza de que estabacometiendo una
irreverencia.
Llegamosal salón de juego y nos encontramos con los jueces Víctor Navarro, a
quiénconocía sólo por haber chateado en facebook, y Maxi de Sousa