
TMT: ¿A que edad empezaste a practicar tenis de mesa?
LE: A los 12 años empecé a jugar en forma regular, y fue gracias a 2 amigos de la escuela primaria que eran federados, comencé a venir 2 veces por semana a Hebraica, fui aprendiendo rápido, y creo que por ese motivo me quedé en este deporte. Anteriormente jugaba en el living de casa con mi hermano y mi papá, pero sólo en forma recreativa.
TMT: ¿En tu infancia tuviste algún sueño en lo que se refiere al aspecto deportivo?
LE: En realidad siempre me impuse metas que si bien eran difíciles de lograr no eran imposibles, ya que se corre el riesgo de que en lugar de llegar a un objetivo, lo que se encuentre sea una frustración. A medida que alcanzaba lo que me había propuesto, cambiaba de meta, por supuesto que nunca me impuse llegar a campeón del mundo. Mi intención fue la de estar entre los primeros 5 de la categoría en la que me tocara participar.
TMT: ¿Cuánto tiempo le dedicabas al entrenamiento?
LE: Cuando tomé el tenis de mesa como deporte principal, entrenaba cuatro veces por semana, alrededor de tres horas por día. En algún momento, además de venir a Hebraica, empecé a practicar en otro club, para de esa manera sumar horas de entrenamiento. Además el participar de la selección me posibilitó también sumar más horas de práctica.
TMT: ¿Tuviste influencia de tu familia en lo que a deportes se refiere?
LE: Y si, mi padre fue deportista, era arquero de waterpolo y jugador de fútbol de salón, siempre lo tomé como una referencia y un modelo, la influencia que tuvo sobre mí es innegable.
TMT: ¿Cumpliste los objetivos que te fijaste?
LE: Creo que a nivel local los cumplí, ya que llegué a estar en los primeros puestos. Me quedó pendiente lo que es a nivel internacional. Pasó que para poder obtener logros en ese nivel se necesita otra preparación, más horas de entrenamiento. Yo a los 17 años comencé a ser entrenador, y aparte comencé a priorizar mi carrera en la universidad, por lo que el jugador fue quedando en un segundo plano. Si no llegaron los logros a nivel internacional, no fue porque no se dio, sino porque no lo busqué.
TMT: ¿Tenés algún ídolo o ícono en este deporte?
LE: Cuando empecé a jugar el referente era el sueco Jan-Ove Waldner, un jugador muy talentoso, y a nivel local a quien siempre admiré es el sanjuanino Pablo Tabachnik, que participó de los últimos juegos olímpicos. A ambos jugadores los tomé como modelos a seguir.
TMT: Vos sos psicólogo y jugador de tenis de mesa ¿encontrás relación entre ambas actividades?
LE: Es muy buena la pregunta, los deportes llevan atada la fase competitiva, y es eso lo que permite la introducción de la psicología aplicada al deporte. Hay distintas variantes, no es lo mismo la aplicación de la psicología para deportes individuales que para deportes grupales. Según mi propia experiencia lo que más destaco es el deporte en los niveles recreativos y de bajo nivel de competencia. Ya que cuando se llega a los más altos niveles, aumenta también la presión a la que están sometidos los jugadores. Ya que por ejemplo se deben obtener buenos resultados para conseguir sponsor, o mantenerlo si ya se lo tiene, hay una familia, entrenadores y gente que reclama buenos resultados, y es aquí cuando nos encontramos con un contrasentido, todos piensan que el deporte es sinónimo de salud, pero todas estas exigencias llevan a los jugadores a situaciones extremas, es en estos casos cuando pienso que el deporte se aleja de la salud.
TMT: ¿te quedan objetivos que no hayas podido cumplir, ya sea como jugador o como entrenador?
LE: Te diría que como jugador ya no. Si bien sigo compitiendo, lo hago muy esporádicamente, y es para seguir metido en el ambiente, aparte es algo que me divierte, ya que ahora lo hago de una manera mucho más distendida. En lo que respecta al entrenador, cada vez que se acerca un chico nuevo a aprender, yo siento que